Una cámara fotográfica colgada del cuello te puede convertir en un ser audaz, capaz de burlar a agentes de seguridad de Palacio de Gobierno o del mismo presidente de los Estados Unidos. Resulta inquietante escucharlo pero es así para Inés Menacho (41), que confiesa sentirse como Popeye cuando come espinacas, al buscar imágenes a través del visor.
Así que ahí se encontraba. Junto a una treintena de fotógrafos nacionales e internacionales, agolpados como sardinas en el lugar destinado para la prensa encargada de cubrir la reunión entre el presidente Alejandro Toledo y George Bush. Todos se preguntaban qué pasaba dentro de Palacio pero nadie podía pasar el cerco para averiguarlo. Entonces, Inés se atrevió: le
dijo a uno de los de seguridad que tenía que ir al baño. No tardaron muchoen darle permiso pues lo pidió con tal convicción que hubiera podido ir a recibir el Oscar en ese mismo instante. Pero lo que consiguió, luego de peinarse frente al espejo del baño, fue algo mucho más gratificante para ella. Bush y Toledo bajaban las escaleras y ella estaba sola frente a la escena. No lo pensó dos veces y empezó a disparar sin piedad. Fue el cuadro número siete (de los once que obtuvo en la situación) el premiado. Ahí, los dos presidentes parecían estar inmersos en una increíble danza de mutuo cortejo, pero en ese momento todavía no lo sabía. “¡Te dijimos que no podías tomar fotos!”, le reprocharon luego los guardaespaldas. Mientras regresaba al lugar asignado para la prensa, Inés presentía que “había conseguido algo”. Pudo escuchar algunos comentarios de sus colegas: “¡Hemos venido por las puras!
Cuando llegó a El Comercio –diario donde en ese entonces trabajaba– el jefe de laboratorio le dijo: “¿Ya la viste?”. Inés no tenía idea de qué estaba hablando así que fue a las oficinas del comité editorial y ahí pudo ver su foto ampliada y pegada en la pared. Todos estaban fascinados con ella. Por supuesto, salió publicada en primera plana y fue postulada, por el diario, a varios concursos, en los que salió ganadora, en el 2006, como el Rey de España y el SIP (Sociedad Interamericana de Prensa). Parece todo muy sencillo, en apariencia, pero, por supuesto, no lo fue.
Inés cuenta que su “mentor” fue Paco Igartua, de la revista Oiga. “Él me enseñó que a desarrollar el olfato periodístico, me dio los lineamientos de trabajo. Él siempre me decía que el roce cotidiano de la calle era fundamental. Sin embargo, al principio aseguraba que yo era muy suave para entrar a política. Y yo moría por hacer política”, explica Inés. Cuando cerró la revista, Paco le dijo que vaya a Bolivia, que le había conseguido un trabajo. Al llegar, Inés se dio con la sorpresa de que su trabajo iba a ser el de fotógrafa de Javier Pérez de Cuellar. “Me dio toda la política que quería de una sola vez”, acota.
Pero Inés tuvo todavía más. En el año 2000 ganó el premio NPPA (National Press Photographers Association) por una serie de fotos hechas en el Congreso de la República. Se había vuelto realmente un dolor de cabeza para los padres de la patria, a quienes retrataba durmiendo, o haciendo cosas que no estaban dentro de sus protocolos o tareas. Estaba ejerciendo uno de los primeros propósitos del periodismo: incomodar. “Yo hacía denuncias, tenía fuentes, entraba a lugares y me ganaba con situaciones que muchas veces los redactores no tenían”, cuenta. Inés tiene un libro sin publicar dedicado a imágenes de Toledo pues se volvió su “fotógrafa oficial”. En él se puede ver casi toda la historia política del ex presidente desde épocas de campaña. Las imágenes lo cuentan todo.
“Siempre me he dejado llevar por mi instinto. Cualquiera puede hacer fotos lindas pero las fotos tiene que ser más que eso: tienen que decirte algo. Para eso un fotógrafo tiene que estar informado, tiene que leer para conseguir el fondo y la forma. Hoy, me siento muy segura de mi dedo: sé cuando tengo que apretar el botón. Con los años he desarrollado un tercer ojo”.
Sitio Web: http://inesmenacho.com/
Contacto: inesmenacho@gmail.com