Con intención participativa, el arte de la fotografía ha generado el autorretrato de una nación. El trabajo de Ojos Propios, dirigido por Andrés Longhi, supera las barreras del lenguaje y apela a la imagen como herramienta para el campo de acción más importante: la vida diaria.

ESCRIBE: ZAIRA BARÚA

La fotografía es el arte de la luz, un lenguaje universal que inmortaliza momentos. En palabras de la fotógrafa norteamericana Berenice Abbot, es el arte que nos ayuda a ver personas, quizá también a entenderlas y, así, comprender sus historias y aprender de ellas.

Es precisamente con este concepto que, en 2009, Andrés Longhi inicia el proyecto fotográfico Ojos Propios, una asociación de fotografía participativa que fortalece las capacidades de los integrantes de las comunidades con talleres que les permiten comunicar mediante las emociones plasmadas en imágenes. Así, la fotografía contribuye a solucionar problemas comunitarios.

Para Longhi, director y creador del proyecto, la fotografía es el punto en que la realidad y la fantasía se encuentran y crean un momento decisivo: la síntesis visual de una historia. A partir de una foto se crea un nuevo entendimiento de la vida en sociedad. La forma de ver es algo muy personal que cultivamos con el tiempo y es precisamente esta primera experiencia con una cámara fotográfica la que empuja a que la gente adopte una forma de apreciar las cosas.

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